Seis meses después de la invasión, las legiones de Nilfgaard ya habían conseguido llegar al corazón de los Reinos del Norte. a su paso dejaban campos bañados de sangre y páramos barridos por la guerra. Un lobo solitario recorría esas tierras destrozadas. Un cazador de bestias, un huracán de ira y acero. Dicen que era un hombre obsesionado con recuperar sus recuerdos: caras, aromas. Pero, en medio de semejante caos, no podía hacer otra cosa que no fuese seguir a su corazón